HISTORIAS DE CONCURSOS

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Os confieso algo: no hay cosa que me guste mas que los concursos. Siempre me gustaron. Aunque sufro, aunque sé que es matador: madrugar, tener todo preparado desde el día anterior, gestionar los nervios de nuestros hijos, de nuestra pareja, del caballo y del profesor.
 
Cargar el coche con diez mil bolsos, silla,y muchos etcéteras. Porque a decir verdad, todos en “la previa” estamos nerviosos, ¿o no? ¡¡Y luego! No se si es mas estresante el antes o el después….
 
Y es que si les va bien, somos los seres mas felices del mundo, pero si les va mal….UYYYYYY, si les va mal, es como si el mundo se desmoronara de repente. Y toca soportar el malhumor de los jinetes, sus llantos… Hacemos de psicólogos, coaches, veterinarios, mozos.
 
Los padres en general, somos polifacéticos, pero los padres “equestrians” muchísimo más.
 
Que si el caballo esta bien, que si está mal, que si el profesor grita, que si es mi culpa, tu culpa y la culpa de todos. Y el auto, se convierte en un confesionario de domingo y nosotros, los padres, , somos los sacerdotes, que, lamentablemente, no podemos solucionar los problemas de nuestros jinetes, con uno o cinco padrenuestros.
 
A pesar de todos los pesares, me encanta esa adrenalina y ese ajetreo absoluto,de cada vez que se sale a la pista. Cuando escuchamos el nombre de nuestros hijos anunciando su salida, no puedo dejar de imaginar que son como gladiadores, en un  todo o nada En fin, es super emocionante ¿ no os parece?
 
Pero hay ciertos días , en que en los concursos, pasan cosas increíbles, como mágicas. Y es lo  que paso a contaros.
 
No daré nombres, porque no hace falta, solo deciros, que esto sucedió, es real, no es inventado.
 
Era otra jornada de liga de salto normal , yo trato  de seguir las pruebas , siempre que puedo, de todos mis clientes, creo que se lo merecen, además  que me gusta mucho seguirlas.
En este caso estaba en pista  una niña con un pony de escuela, que como casi todos los ponys,  y de escuela , era muy  caprichoso. Pues este era cien veces mas caprichoso que cualquiera.
Y resulta que al pony no se le podía sacar ni un salto decente, por mas que sus pequeños jinetes eran buenisimos y se esforzaran. Nada. Ni para atrás , ni para adelante.
La niña hace su prueba, y le va mal, vamos, mas que mal: fatal.
 
Si los grandes no sabemos muchas veces gestionar nuestras frustraciones… imaginad a un niño.
 
Entonces,  una compañera del mismo club, con pony “propio” decide prestarle a su amiga , “su” pony para que pueda hacer un recorrido digno.
 
Su pony, ese que adora con todo su corazón, con el que practica todos los dias, y con el que, solo 20 minutos después, debia concursar con ella, su dueña. 
Se realiza el préstamo correspondiente. 
Y  a la niña le va de maravillas, como si hubiera competido con ese pony de toda la vida.
 
Yo observaba y no lo podía creer. En este mundo que nos toca transitar, y en el hípico particularmente, la generosidad,a veces no es tan sencilla.Y ojo, que es totalmente comprensible. No es que lo critique. Se entiende que el caballo no es una raqueta de tenis, y prestarlo, se hace muy difícil. Por eso, esto me asombraba tanto y tenía tanto valor.
 
 La niña , -la dueña del pony- , no dudó, en prestar a su tesoro mas preciado,  y los padres tampoco, claro.
Siguieron todos juntos,  la prueba de su compañera, con alegría y emoción.
Yo seguía observando.

No tengo forma de explicarles ese momento.¡Cuanta felicidad en esa niña , en su madre,y en todos!!!. Ella logró hacer un recorrido fantástico, y hasta quedó en el podio.  Fue fabuloso.

Que importante es educar a nuestros pequeños jinetes en estos aspectos verdad? No preocuparnos tanto por los resultados. Por si van primero, décimos, o últimos,  sino en que sean empáticos, y piensen en el otro. Porque el ser bueno, lleva su aprendizaje.
Al fin y al cabo , sin inteligencia emocional, es imposible  ir mas allá de nuestras propias narices. Seguramente podrás ganar mil medallas, pero, saber mirar al otro, saber lo que es un amigo, comprenderlo y tener un corazón bueno, y generoso, es lo mas importante. 
Siempre.
Hasta el próximo concurso…
 

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